Muy resumidamente, el Internet of Things es un concepto que se basa en la interconexión de cualquier producto con cualquier otro de su alrededor. Desde un libro hasta el frigorífico de tu propia casa. El objetivo es hacer que todos estos dispositivos se comuniquen entre sí y, por consiguiente, sean más inteligentes e independientes. Para ello, es necesario el empleo del protocolo IPv6 y el desarrollo de numerosas tecnologías que actualmente están siendo diseñadas por las principales compañías del sector.
Su trascendencia puede ser brutal tanto en ámbitos económicos como sociales. Mayor incluso que la era digital. Y es que el Internet of Things permite que los ordenadores interactúen con elementos de la vida real y ganen independencia de los seres humanos, dejándonos a nosotros al mando de lo realmente importante.
Uno de los principales campos de aplicación del Internet of Things es las ciudades, haciéndolas más inteligentes y eficientes. Por ejemplo: muchas veces esperamos ante un semáforo en rojo de forma totalmente absurda, pues no circula ningún coche ni ninguna persona a nuestro alrededor. Gracias al Internet of Things, estos semáforos pueden conectarse a un circuito de cámaras distribuidas por la ciudad que identifican el nivel de tráfico y de movimiento de masas, evitando así esas absurdas esperas en las zonas de escaso movimiento.